sábado, 24 de diciembre de 2016

Jeremiah Wood íntimo



Jeremiah Wood, pivote de San Martín y uno de los mejores extranjeros de la LNB. Habla del exitoso presente de su equipo, su análisis individual, sus inicios en el básquet, las dificultades de su infancia, sus sueños, la vida jugando alrededor del mundo, la influencia de Michael Jordan, una perlita de otra actividad y su relación con LeBron James: “Jugábamos en Akron y los duelos eran batallas”.


Siempre es interesante conocer a los personajes menos conocidos de la Liga Nacional, los jugadores extranjeros. Muchos tienen pasos realmente fugaces y sus nombres quedan perdidos, pero otros llegan, se establecen y dejan una huella. En ese camino anda Jeremiah Wood, un pivote de 31 años nacido en Akron, Ohio (Estados Unidos). San Martín lo contrató en octubre del 2014, luego de tener pasos importantes por Finlandia y Francia, para ser relevo del por entonces centro titular, James Williams. Empezó jugando poco, pero trabajó muchísimo, encontró su chance y hoy, más de dos años después, transita su tercera temporada en el equipo, es uno de los foráneos más destacados de la competencia y es pilar de los correntinos en este presente que los tienen como líder de la Conferencia Norte.
Wood es realmente amado en Corrientes y su simpatía y carisma son algunos de los motivos. Características que quedan bien claras durante los 50 minutos de charla a fondo en “La entrevista de la semana”. A conocerlo.
-¿Cómo analizás el presente de San Martín? Son los líderes de la Conferencia Norte y están demostrando ser candidatos.
-Tenemos un equipo muy experimentado, incluso algunos chicos cuentan con pasado en finales. Tenemos experiencia, buenos jugadores y profundidad, por lo que cuando alguien no está jugando bien o necesita un descanso, siempre hay otro para salir y responder. Siento que tenemos el equipo correcto, un gran cuerpo técnico… Estamos bien.

-Sin dudas, y encima lo demostraron desde los primeros partidos, algo que no es fácil de conseguir, ¿no?
-Sí. Y creo que esta temporada es la más difícil de los últimos años. Hay más talento, los equipos se reforzaron con grandes jugadores.

-¿Sienten presión para esta temporada después de armar uno de los planteles más poderosos de la liga?
-Puedo hablarte por mi. Cada temporada la encaro con la idea de ganar la mayor cantidad de partidos posible, quiero ganar cada partido. Entonces no cambia nada el hecho de tener un mejor plantel. Sí, quizás es más fuerte que en el pasado, pero cuando la pelota va al aire, se trata de jugar lo más duro posible, dar lo mejor y hacer todo lo que debas hacer para ganar. Desde afuera quizás algunos pueden decir que tenemos presión por ganar, pero para los jugadores esto es algo de todos los días. Se trata de ganar.

-¿Sentís que tienen el material para ser candidatos al título?
-Sí, lo dije antes. Tenemos las herramientas y un gran apoyo, nuestros hinchas son grandiosos. San Martín es una muy buena organización en general, así que están las condiciones para ganar. Pero bueno, hay que jugar. Que tengas las herramientas no significa que vayas a ganar. Empezamos bien pero queda mucho camino por recorrer. No quiero decir cosas como “vamos a ganar un campeonato”. Simplemente quiero jugar lo más duro posible y hacer lo mejor. Con suerte eso nos ayudará a ganar.

-Bueno, ahora tienen una chance de demostrarlo con la disputa del Súper 4 como locales en Corrientes. ¿Qué pensás de ese torneo?
-Es emocionante. El año pasado no estuvimos, veíamos los partidos y queríamos ser parte de ese grupo de elite. Se siente especial estar en un torneo así y es una chance de ser campeones. Es una gran oportunidad para San Martín y para Corrientes. Vamos a salir a dejar todo.

-Te meto en el plano individual. ¿Cómo te describirías como jugador?
-Soy un jugador que trata de hacer todo lo que se necesite para ganar, ya sea pasar, anotar en el poste, bajar un rebote, defender… Juego al 110% en todo momento. Y amo entrenarme. Cuando llego a las prácticas estoy contento. Realmente disfruto mi trabajo. El juego es divertido, pero yo disfruto muchísimo el básquet. Cada día que puedo jugar o entrenarme estoy emocionado. Y creo que eso se puede ver cuando juego. Juego con una pasión que la gente puede notar y puede decir “ese tipo realmente disfruta”.

-Dijiste que disfrutás tu trabajo. ¿Para vos el básquet es un trabajo o lo disfrutás como un juego?
-La parte del trabajo es ser profesional. Hacer lo correcto, llegar a tiempo y hacer todo antes de los partidos. Una vez que empieza el partido, esa es la parte divertida, la parte “fácil”. Todos pueden jugar al básquet, pero lo que te hace diferente es cuán profesional sos. Tenés que tener un estándar en tu preparación. La previa es la parte de trabajo, el viajar, dormir en diferentes hoteles, cuidar tu cuerpo… Eso es trabajo y no es fácil de hacer. Pero jugar es lo divertido.

-Dicen que en Corrientes hay un mito. Que tu gancho es imparable. ¿Es cierto?
-Sí, mi gancho es imparable (risas). Le saqué jugó durante 12 años y lo usé en todos los lugares en donde estuve. No lo van a parar, es imposible de bloquear. Es mi marca registrada, es lo que me da el dinero (risas).

-¿Sentís que sos uno de los mejores extranjeros de la competencia?
-No sé, yo trato de ser el más trabajador de la cancha. Mi meta número es no dejar que alguien supere mi trabajo. Si supero el trabajo del otro, cumplí y me siento bien. Entonces, para mi le pregunta sería si soy uno de los que trabaja más duro en la competencia y la respuesta es sí. Si soy el mejor o no, no lo sé. Eso es preferencia de cada uno.

-Los extranjeros generalmente suelen ser opciones principales en el ataque de los equipos, pero durante estos años demostraste que sos un jugador de equipo y que no tenés problema en hacer cualquier cosa que necesite. ¿Ese es tu foco principal?
-Mi objetivo principal es ganar. Entonces, todo lo que necesite hacer para que mi equipo gane lo voy a hacer. A veces necesita que anote más y lo hago. Pero, honestamente, este es uno de los mejores equipos en los que estuve en mi carrera profesional. Así que si tengo que hacer otras cosas, no tengo problema. Soy de Akron (Ohio, Estados Unidos), jugué con LeBron James, somos de la misma edad y crecimos en el mismo barrio. Así que sabemos que nada importa mientras ganemos. No importa cuántos puntos anotás o promediás, o cuán buenos sos. La gente sólo recuerda a los ganadores, a los equipos ganadores, a los que ganan campeonatos. Entonces, para mi todo se trata de ganar, y lo que tenga que hacer para conseguirlo, lo haré. Los premios y todo eso no importan.

-¿Jugaste con LeBron James?
-Sí, un montón de veces. Somos de la misma edad, crecimos en un pueblo chico. En los veranos jugábamos dos o tres veces. Eran batallas. Teníamos entre 14 y 18 años. Ahí es donde aprendí varias cosas de las que digo y hago ahora, porque LeBron es el trabajador más fuerte que he conocido. Es una máquina, nunca deja de trabajar. Tenía 14 y yo trabajaba duro pero no tanto. Entonces lo vi a él, era más grande, alto y rápido y trabajaba el doble, triple o cuádruple de lo que yo trabajaba. Entonces no hay dudas de por qué es el mejor de la NBA.

-¿Mantuviste el contacto en estos años?
-Cada verano que voy a casa lo veo. Mi mejor amigo es su mejor amigo. No es que hablamos a diario y nos mandamos mensajes, pero si nos vemos él sabe quién soy. Tuvimos batallas jugando cuando éramos chicos.


-Te vuelvo a cambiar de tema. Este es tu tercer año en el mismo equipo y no es habitual que los extranjeros se mantengan tanto tiempo en un mismo lugar en esta competencia. ¿Por qué pensás que se dio?
-Lo primero es que Corrientes es una gran ciudad. Hay muy buena gente, grandes hinchas, y yo disfruto estando acá, lo siento como mi segunda casa. San Martín, como organización, es muy buena, es como una familia. Me cuidaron desde el primer día en que llegué, me tratan con respeto, tuvimos temporadas ganadoras. En algunos clubes se trata de negocios, pero en San Martín es una familia. Es un gran lugar y espero seguir jugando acá.

-¿Alguna vez imaginaste que ibas a ser tan querido por la gente de un lugar como Corrientes? Allí sos realmente un ídolo y te aman.
-No. Nunca había venido a Argentina antes de llegar acá y ni siquiera sabía hablar español. No sabía qué esperar cuando llegué, traté de entender el idioma para adaptarme. Y yo realmente amo a la gente y a los chicos. Cuando estoy con chicos me emociono, porque aman al básquet como yo y estamos todos felices. A la gente de acá le gustó mi juego y mi pasión y nos entendimos muy bien. Algunas veces no tengo un gran partido e igualmente pasan y me dicen “Wood, Wood” y me alientan. Cuando estoy en Corrientes no juego para mi, siento que juego para todo el club y la ciudad. No quiero decepcionar a mis compañeros, a la ciudad y a mi familia.

-¿Cómo podés describir a la gente y a la ciudad de Corrientes?
-Son como fuego, tienen tanta pasión… Se toman muy en serio al deporte. Son tan apasionados cuando corean a San Martín, cuando corean mi nombre… Amo la atmósfera que crean… San Martín no solía estar en la Liga A. Entonces es como si Regatas fuera Los Angeles Lakers y San Martín, Los Angeles Clippers. Esta es la gente que trabaja duro. Es como si Regatas fuera un BMW y San Martín, un Ford. ¡Pero sabés cómo funcionan los Ford! Tenemos grandes fans.

-¿Incorporaste algunos hábitos de la ciudad? Chipá, pescado…
-Probé todo, siempre estoy abierto a probar. Pero no sé si lo tomé como un hábito.

-¿Y con el español como te llevás?
-Aprendí un montón. Leo mucho mejor de lo que puedo hablar. Ahora estoy estudiando más y quiero aprender lo más que pueda.

-Cuando llegaste al club lo hiciste para ser suplente, el titular era James Williams. ¿En ese momento pensaste que te iba a pasar todo lo bueno que te pasó?
-De ninguna manera. Jugaba entre 5 y 8 minutos por partido y nunca había jugando tan poco en toda mi vida. Ese año fue uno de los más duros para mi, porque estaba en un nuevo rol de pocos minutos cuando en toda mi carrera había jugado más de 30 por partido. Entonces tuve que aceptar y tomar con ganas ese rol y aprender a ser un gran compañero. En lugar de ser un gran jugador, iba a ser un gran compañero, estar contento para mi equipo y practicar muy duro para ser mejores. Con suerte iba a poder tener una chance de demostrar lo que era capaz de hacer. Todo pasa por una razón y cuando tuve una chance de demostrar lo que era capaz, mucha gente se sorprendió. Esperé mi momento.

-Esa paciencia y trabajo duro realmente dieron sus frutos.
-Sí, pero no fue para nada fácil.

-¿Cuál fue la parte más difícil?
-Quizás fue la parte de dejar de lado el ego. Jugué bien en un montón de lugares, pero en ese momento me dije a mi mismo “acá tenés que ser un suplente, todavía no saben qué podés ser y quizás tenés la oportunidad o no”. Pero mientras ganáramos partidos, todo iba a estar bien.

-¿Y qué hacés en un tiempo libre, fuera del básquet?
-Trabajo un montón, y cuando no estoy en la cancha igualmente estoy trabajando en mi juego. Pero cuando no lo estoy, trato de pasar un buen rato en el casino, o también me gusta bailar. Pero la gente me ve por todos lados, haciendo compras también, y siento que me conocen. Incluso hice algunos amigos que vienen a mi casa, pasamos un buen rato, comemos asado…

-¿Cuál es tu relación con el asado?
-Lo amo. Amo la carne. Es más, hace poco tuvimos un asado y no comí nada en todo el día para llegar a la noche y comer (risas).

-¿Qué pensabas de nuestra competencia antes de llegar al país y cómo la ves ahora que la conocés?
-Antes de venir pensaba que era una buena liga pero no tenía idea de qué esperar. Pero es una liga muy dura, física y hay un montón de talento. No pensé que iba a haber tanto talento. Pensé que iba a ser algo como de un país más chico, pero llegué y me sorprendí con el nivel. Tengo un montón de respeto por muchos jugadores. Y no es un liga fácil, tenés que luchar en cada partido. No hay partidos que vayas a ganar por 20 puntos.

-¿Cómo ves a nuestro país y al trato que la gente del país tiene con los extranjeros?
-Nunca fui discriminado, nadie me trató diferente. Todos me ven como una persona normal. Pero nunca tuve un problema. Es más, cada vez me tratan mejor, quieren conocerme, aman mi pelo y quieren tocarlo (risas). Es muy divertido. Estoy abierto a hablar con todos.

-¿Y cómo ves a nuestro básquet en general?
-Tienen grandes jugadores alrededor del mundo. Ginóbili fue uno de los mejores de la NBA durante varios años. Amo al básquet y respeto a los trabajadores duros, y en su Selección tienen muchos de esos, jugadores que juegan como animales, que hacen todo. Tengo muchísimo respeto por el básquet argentino.

-Te llevo un poco al pasado. ¿Cómo y cuándo empezaste a jugar al básquet?
-Al principio empecé con el fútbol americano, era lo mío. Pero después empecé a jugar al básquet y a los 14 me cortaron de un equipo. Traté de quedar pero me cortaron, me dijeron que no era lo suficientemente bueno. Era el más alto y pensé que iba a quedar, pero no quedé. Y desde ese día trabajé durísimo durante dos o tres años para recibir una beca. Puse muchísimas horas para estar en el lugar en donde estoy. Y hay algo muy importante. Yo miraba videos de Michael Jordan, las miraba todos los días. Y Jordan decía que si trabajabas duro, podías ser bueno. Si trabajabas duro, podías cambiar tu vida. Y mi vida era horrible en ese momento. Así que cuando empecé a hacerlo, a escuchar a Michael Jordan diciendo que podía ser mejor, que podía ser un mejor hombre y tener una vida mejor, lo creí. Y lo hice porque quería una mejor vida.

-¿Por qué decís que tu vida era horrible en ese momento?
-Porque vivía en un mal lugar, mi familia no tenía mucho dinero, me iba horrible en el colegio y ese fue el año en que me cortaron del equipo de básquet. No tenía nada bueno sucediéndome. Tenía 14 ó 15 años, y tres años después podía no tener nada, no sabía qué iba a hacer de mi vida porque no tenía un título ni nada. En ese momento tomé una decisión y dije que iba a ser un jugador de básquet, iba a trabajar muy duro día a día porque Jordan me dijo que todo era posible si lo hacía.

-¿Entonces el básquet cambió tu vida, no?
-Absolutamente. Imaginate que estuve en todas partes del mundo: Tokio, Singapur, Amsterdan, Londres… Eran lugares que ni siquiera soñaba cuando era chico, y estar ahí fue loco. Todavía no lo puedo creer. Cuando vuelvo a casa, mi familia queda sorprendida por lo que conseguí y la vida que construí.

-¿Con quiénes vivías de tu familia?
-Tengo cuatro hermanos y una hermana. Y desde los cinco que estuve con mi madre porque mi papá no estaba en la ecuación para nada.

-Ahí hay otro motivo, quizás, para llamar a tu vida “horrible” en ese momento.
-Y sí. O sea, no teníamos dinero, vivíamos en un lugar peligroso. Nada bueno ocurría en mi vida hasta que Jordan llegó diciendo que yo podía cambiarla de esa manera.

-¿Jordan sería como tu héroe?
-Exactamente. Entonces ahora, cuando me ves adorando a la gente y a los chicos, sé cuán positivo puede ser decirle algo bueno a ese gente, porque puede cambiarte la vida. Cuando veo a los chicos cómo me miran, siento que es mi responsabilidad mostrarles que la vida es buena. Quiero ser un ejemplo para ellos.

-¿Cuál era tu sueño cuando eras un chico?
-Te vas a reír porque parece estúpido (risas). Mi sueño de chico era ser un recolector de basura. Porque solían andar en esos camiones grandes, levantaban la basura… Para mi parecía muy loco… Andar en la parte de atrás de esos camiones juntando la basura. Me acuerdo que tenía cinco años y había hecho un dibujo, y todos se me reían y me decían por qué quería ser un recolector de basura.

-Y cuando empezaste a jugar al básquet, ¿cuáles eran tus sueños o metas?
-Como jugador, lo primero que necesitaba era llegar a una universidad para estar ahí y estudiar, porque mi mamá no podía pagarla. Nadie podía pagarla, así que debía ganarme la beca, tenía que ser lo suficientemente bueno para hacerlo. Cuando lo conseguí, mi meta era, con suerte, tener una carrera profesional. Y nunca pensé en la NBA, sólo quería llegar a jugar al básquet profesional, sin importar si era en el exterior. Quería ganarme la vida siendo jugador de básquet. Si podía conseguirlo, la vida iba a ser lo mejor para mi.

-¿Cómo es la vida para un jugador estadounidense en el exterior? Porque no es tan habitual que disfruten salir al extranjero, la mayoría quiere la NBA al principio.
-Muchos quieren ir a la NBA, pero a mi no me importó. Nunca traté de hecho. Estoy feliz de los países en los que estuve y esto feliz ahora. Algunos buscan su sueño de NBA durante toda la vida. Y quizás no son realistas. Hay tantos jugadores que lo intentan desde el principio que si no lo conseguís en los primeros años, quizás no lo conseguís más.

-¿Disfrutás esa parte de poder jugar en diferentes países y meterte en diferentes culturas?
-Amo esa parte. De hecho, es la segunda mejor parte de mi trabajo después del básquet. Amo conocer nuevas culturas, hablar otros idiomas, visitar lugares. Prefiero ser un jugador en el exterior antes que uno de la NBA. Cuando se lo digo a mucha gente me dicen “callate, estás loco”. Pero lo digo honestamente. En Estados Unidos es todo lo mismo. Sí, las ciudades son diferentes pero en cierto punto son lo mismo, la misma cultura, todo se trata sobre dinero y todo es de la misma manera. Pero cuando vas a diferentes países, te da vuelta tu mundo. Acá en Argentina es muy diferente a Francia, que también estuve allá. Francia es muy diferente a Estados Unidos, Estados Unidos es muy diferente a Finlandia. Esa es la parte divertida.

-¿Te gustaría quedarte en Argentina algunos años más?
-Sin dudas. Mientras esté cómodo… Amo al equipo, a la organización. Ahora mismo estoy tan cómodo y contento que no cambiaría nada de mi presente. Tengo un gran entrenador, grandes fans, respeto. Todo cierra.

Cuando la charla terminaba y llegaba la hora de la despedida, Wood interrumpió el saludo para contar algo más.
“Fui subcampeón estatal de ajedrez en Ohio a los 14 años. Tengo un trofeo del tamaño de la mitad de mi cuerpo”.
-¿Cómo surgió eso?
-Aprendí cuando tenía más o menos cinco años, porque cuando era un niño me metía en muchas peleas. Entonces el director no me dejaba estar afuera y me dijo que iba a estar todo el año en el equipo de ajedrez. Aprendí y jugué tanto tiempo que, cuando estaba en la secundaria, me sumé al equipo y fuimos al torneo estatal. Había cerca de 400 personas jugando, y creo que sólo había cuatro personas de raza negra entre ellas. Y perdí la final porque me dijeron que la partida era a una hora incorrecta. El lugar estaba a dos horas de mi casa y era difícil llegar porque mi mamá no tenía auto. Nos dijeron que había que estar a las 10 y llegamos a esa hora, pero empezaba a las 9. Me ganó, pero no fue un duelo parejo. Y te cuento esto porque a los 14 años sentía que tenía que hacer una movida con mi vida. Y cuando pongo mi mente en hacer una movida, la hago. Cuando decidí ser un jugador en el extranjero, es porque realmente quería hacerlo. Y amo hacerlo, amo mi vida y no cambiaría nada de lo que hago o hice.



Fuente: Leandro Fernández=cabb.com.ar

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